1. ¿Por qué cantamos en la iglesia?
Antes de preguntarnos sobre qué deberíamos cantar en la iglesia, debemos preguntarnos si deberíamos hacerlo. Sabemos que cantar es algo que la iglesia siempre ha hecho, lo vemos de lo más normal ¿¡Cómo no vamos a cantar en la iglesia!? sería inconcebible no hacerlo. Sin embargo, de vez en cuando conviene preguntarse porqué las cosas son como son. Hay varios motivos por los cuales cantamos en la iglesia, permíteme mencionar sólo algunos:
- Cantamos porque es una práctica bíblica. En la Biblia tenemos muchos cánticos tanto en el AT cómo en el NT. Sólo los Salmos ya son 150 himnos, pero en la Escritura hay muchos otras.
- Cantamos porque es un mandamiento apostólico. Observa las palabras del apóstol Pablo: «La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales» (Colosenses 3:16).
- Cantamos porque enseñamos y exhortamos por este medio. Considera lo que acabamos de leer: «enseñándoos y exhortándoos». Tanto la congregación cómo las personas que nos visitan son enseñadas por medio de las alabanzas. Aprendemos doctrina por este medio.
- Cantamos cómo una expresión de gratitud al Señor en respuesta a su salvación. El primer cántico en la Biblia lo encontramos en Éxodo 15, justo después de que Dios obrara la salvación de su Pueblo por medio de abrir el Mar Rojo en dos para que el pueblo cruzara el mar en seco y así mismo mató a los enemigos del Pueblo de Dios. Nuestros cánticos deben estar motivados por el entendimiento de la salvación que Dios nos ha dado.
- Es una expresión de Unidad en la Verdad. Cuando cantamos como congregación estamos todos al mismo tiempo proclamando las mismas verdades, si lo piensas esto no ocurre en ningún otro momento solo cuando la iglesia canta unida ¡Qué expresión tan hermosa de permanecer unánimes en la doctrina de los apóstoles!
Estoy convencido de que hay otros muchos motivos para cantar en la iglesia, pero los ya mencionados son suficientes para estar convencidos que el canto congregacional es una práctica bíblica de suma importancia en nuestros cultos.
2. Dos definiciones importantes
Antes de empezar a enfocarnos en contestar la pregunta de nuestro título «¿Qué deberíamos cantar en la iglesia?» es pertinente definir adecuadamente dos términos que serán claves para nuestra comprensión: «Alabanza» y «Adoración».
- ¿Qué es alabar? Albar sencillamente es hablar favorablemente acerca de alguien (o de algo) resaltando sus cualidades y virtudes. La alabanza no está necesariamente restringida a Dios. Cuando probamos un plato delicioso alabamos al plato por su sabor y al cocinero que lo ha elaborado por sus habilidades culinarias, decimos: «¡Mmm… que rico! ¡Que mano tienes para la cocina!». Y eso está bien. Pero así mismo debemos ser conscientes de que alabar a Dios es precisamente eso, hablar favorablemente de él por sus virtudes y por sus hechos.
- ¿Qué es adorar? Sin duda la adoración es un acto más complejo que la alabanza. La adoración es un acto integral de la persona, es decir, todo nuestro ser se ve involucrado en la adoración, esto es en hechos, en pensamientos, en deseos, en anhelos, en esperanza, en obediencia, en temor, en fe. A diferencia de la alabanza, la adoración si debería estar restringida solo para Dios. No obstante, adoramos otras cosas constantemente. A esas cosas que adoramos las llamamos ídolos. Fíjate, cuando idolatramos el dinero, por ejemplo, estamos esperando en que ese dinero nos de paz, tranquilidad, estabilidad, nos solucione nuestros problemas… todas esas cosas realmente solo Dios nos las puede dar. Lo ves, creamos una relación de dependencia con el dinero. Nuestras emociones están sutilmente implicadas y así mismo nuestro obrar también lo está. El avaro hace lo que sea por dinero. La adoración debería estar reservada solo para Dios. Todo nuestro ser debería estar descansando en él, y consecuentemente deberíamos estar viviendo para él en santidad.
Algo que tenemos que decir con tristeza es que en este mundo caído en la debilidad de nuestra carne: somos incapaces de adorar a Dios perfectamente tal y cómo él es digno de ser adorado. No hay nadie que ame a Dios con todo su ser y obedezca sus mandamientos perfectamente. Sin embargo, por sus misericordias a pesar de que no le podemos adorar perfectamente si lo podemos hacer sinceramente. Debemos convertir la alabanza a Dios en un medio que nos mueva a la adoración a él. Aunque cómo ya hemos mencionado, la alabanza no es el único medio ni el más importante.
3. ¿Cómo se produce la adoración en nosotros?
Cómo tantas cosas en la vida cristiana a este lado de la eternidad, debemos entender que adorar es un proceso en el que cada uno de nosotros estamos creciendo. Consideremos como el apóstol Pablo nos llama a adorar a Dios por medio de nuestro «culto racional».
1Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. 2No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.
Romanos 12:1-2
Nuestro «culto racional» consiste en que presentemos nuestros cuerpos como «sacrificio vivo». En otras palabras, es nuestra obediencia activa a los mandamientos de Dios en santidad lo que Pablo llama nuestro «culto racional». Ahora bien, ¿porqué «racional»? Observa que existe un proceso de transformación para ello. En el versículo 2 el apóstol nos dice que no debemos ser conformados a este siglo, es decir, no debemos hacer las cosas como el mundo las hace. En vez de ello, lo que debemos hacer es ser transformados por medio de «la renovación de nuestro entendimiento». Es decir, cuando nuestro entendimiento es renovado por medio de la Palabra de Dios, nosotros nos conformamos a la imagen de Cristo y no a la del mundo. Adorar a Dios consiste en cada vez parecerse más a Jesús.
Es por eso que el momento climático en la adoración congregacional no es cuando estamos cantando. El mayor momento de adoración en la iglesia debe producirse en el momento de la predicación de la Palabra. Es ahí donde nosotros somos expuestos con mayor claridad a la verdad de las Escrituras y nuestro entendimiento del Evangelio de Jesucristo es renovado. Por medio de ese entendimiento somos transformados, lo cual nos debe mover a poner la palabra por obra en nuestro día a día y crecer en santidad. No sirve de nada entender la Palabra intelectualmente sino somos transformados por ella y permanecemos indiferentes a la verdad de Dios. Para que haya adoración debemos ser transformados por la Palabra y eso tendrá un impacto en nuestra obediencia y devoción a Dios. Pero eso no sucederá en nosotros sin la renovación de nuestro entendimiento.
La mayoría de cristianos creen que venir a la iglesia a adorar a Dios tiene que ver principalmente con «decirle a Dios cuanto le amamos» (orando, cantando…) pero no es así. La adoración sucede cuando él habla y nosotros oímos. No al revés. Otra perspectiva que las personas tienen es que «yo adoro cuando me emociono» y no necesariamente es así. En semana santa tu puedes ver a personas tremendamente emocionadas llorando por ver pasar una procesión. Las personas se emocionan en extremo al ver pasar las tallas de madera que ni ven ni oyen. Así que no, para que sea verdadera adoración, no depende de tu nivel de emoción. Insisto, la verdadera adoración se produce cuando mi entendimiento es renovado por la Palabra de Dios. Es por ello que Pablo nos enseña que debemos orar y cantar con el entendimiento.
¿Qué, pues? Oraré con el espíritu, pero oraré también con el entendimiento; cantaré con el espíritu, pero cantaré también con el entendimiento.
1ªCorintios 14:15
4. Entonces, ¿qué papel juegan las emociones en este proceso?
Ya hemos visto que la adoración tiene su origen en el entendimiento y no en las emociones. Pero ¿eso significa que las emociones quedan excluidas en el proceso de adoración? definitivamente no. Si realmente somos transformados por medio de la renovación de nuestro entendimiento, necesariamente tendremos una visión más clara de la gloria y majestuosidad de nuestro Dios. ¿¡Cómo no vamos a emocionarnos!? Se deberían abrir nuestras carnes. El mensaje de la Cruz debería remover nuestras entrañas hasta lo más profundo. Nuestro corazón debería arder en fuego si realmente estamos entendiendo las hermosas verdades hay escondidas en Cristo.
Ahora bien, el peligro para el ministerio de alabanza está en tratar de manipular las emociones de las personas para que «sientan la experiencia de la adoración». La adoración no es algo que se deba fingir ni se deba manipular. Es importante recordar la secuencia de cómo se produce la adoración.
Recibimos la Palabra (la oímos, la leemos y/o la cantamos) —> Nuestro entendimiento es renovado (lo cual produce una tremenda emoción) —> La ponemos por obra.
Por lo tanto, el papel de la alabanza en la iglesia es proclamar la verdad de Dios para que el Pueblo de Dios al cantar con el entendimiento sea renovado su entendimiento a la luz de la majestuosidad de Dios.
5. Muy bien pastor… ¿pero qué debemos cantar en la iglesia?
Vayamos a lo práctico. ¿Qué criterios debemos emplear a la hora de escoger himnos para nuestro repertorio? Permitidme ir poco a poco y por partes:
- Debemos cantar la verdad. No creo que deba convencerte de que lo que cantamos deba de ser cierto, ¿no? En ese sentido, debemos tener mucho cuidado con no cantar doctrinas falsas o herejías. Tristemente el repertorio evangélico está lleno de falsa enseñanza. Debemos tener discernimiento bíblico en dependencia del Señor para apartar la cizaña de nuestros cancioneros. Ahora bien, ¿que lo que cantemos sea verdad es un criterio suficiente? Si así fuera ¿por qué no cantamos las tablas de multiplicar? ni siquiera los incrédulos estarán desacuerdo en que dos por uno es dos y dos por dos cuatro… Sé que el ejemplo es de lo más absurdo, pero mi propósito es
- Debemos cantar verdades bíblicas. Es la verdad de la Revelación de Dios la que queremos trasmitir, por supuesto. Ahora bien (vuelvo a ponerte otro ejemplo absurdo) En 2º Samuel 21:20 se nos habla de un hombre que tenia seis dedos en cada mano y en cada pie. Sabemos que es verdad porque está en la Biblia ¿Deberíamos cantar de eso porque es una verdad bíblica? Evidentemente no. Debemos tener un criterio más intencional sobre que verdades bíblicas debemos cantar.
- Debemos cantar principalmente el Evangelio. El Evangelio es la verdad central de la Escritura. El Evangelio es el glorioso mensaje de la persona y obra de Jesús en favor de nosotros, pecadores, para la gloria del Padre. El mensaje del Evangelio es nada más y nada menos que «poder de Dios para la Salvación de todo aquél que cree» (Romanos 1:16). No obstante, no creo que debamos limitar cada estrofa de cada cántico a la obra de la Cruz. Sin duda la Cruz debe ser el tema más recurrente en nuestras alabanzas al Señor, por eso digo que principalmente debemos cantar el Evangelio, pero cómo veremos en el punto 6, creo que podemos ampliar el espectro de las temáticas del himnario, sin perder de vista la centralidad del Evangelio.
- No debemos cantar canciones centradas en el hombre. Hay un tipo de canción humanista que en el caso de nuestra congregación no está presente. No hay canciones en nuestra iglesia que hablen de lo buenos somos y de cuanto valemos para Dios… ¡Menos mal! ¡Gloria a Dios! No obstante, hay otro tipo de centralidad en el hombre del que no estamos exentos. Me estoy refiriendo a ese foco que tienen muchas canciones de nuestro repertorio actual que están más centradas el acto de adoración, que en las verdades de Dios que nos deberían llevar a adorar. Me explico. En ocasiones cantamos de en nuestra consagración al Señor y nuestro amor a él. Le prometemos que le vamos a ser fieles y obedientes… En ocasiones, alabamos nuestra adoración. Sería ridículo orar diciendo: «mira Señor cuanto te amamos y que fieles te somos, nosotros oh Dios no te vamos a fallar nunca» pero eso es exactamente lo que estamos diciendo cuando cantamos: «Yo te amo, yo te sigo y por siempre te seguiré» por poner un ejemplo. ¿Está mal amar a Dios y seguirle? ¡Claro que no! Lo que está mal es alabar tales cosas en vez de alabar a Dios.
6. Dos criterios: Los atributos y las obras de Dios
Sin ignorar lo que ya hemos dicho hasta ahora, es decir, debemos guardarnos de la herejía y debemos cantar centrados en el Evangelio y no en el hombre, estoy persuadido de que solo deberíamos cantar de dos cosas: Sobre quien es Dios (sus atributos, su carácter, la revelación de su ser), y sobre las obras de Dios en la historia (creación, providencia, redención y nueva creación).
Sin lugar a dudas si aplicamos estos criterios estaremos hablando mucho sobre el Evangelio, pues es en el Evangelio donde tanto el carácter de Dios como su obra de salvación son manifestados con mayor claridad. Pero más allá del Evangelio (sin terminar de desvincularnos por completo) podemos alabar a Dios por muchas otras cosas que él ha hecho. Su encarnación, su providencia y fidelidad para con cada uno de nosotros, su preexistencia, su preeminencia, su soberanía, su poder, su belleza etc.
7. Una breve consideración a los cánticos del libro de Apocalipsis
Para tratar de convencerte de que esto es lo que debemos cantar, exploremos brevemente los cánticos en el libro de Apocalipsis. Observa como los dos criterios que hemos propuesto (cantar sobre quien es Dios y sobre lo que ha hecho) están presentes en todos los cánticos de Apocalipsis. Por cierto, ¿!qué mejor criterio que cantar lo mismo que cantaremos allá por toda la eternidad!?
Empecemos por el capitulo 5:
8Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero; todos tenían arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos; 9y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación; 10y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra. 11Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono, y de los seres vivientes, y de los ancianos; y su número era millones de millones, 12que decían a gran voz: El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza. 13Y a todo lo creado que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, y en el mar, y a todas las cosas que en ellos hay, oí decir: Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos.
Apocalipsis 5:8-13
En esta sección vemos tres cánticos. El primero cántico es cantado por los cuatro seres vivientes y por los veinticuatro ancianos (vv.8-10). El segundo es cantado por millones de millones de ángeles (vv.11,12). Y el tercer cántico es cantado por toda la creación (v.13). Si nos damos cuenta los tres cánticos son un mismo cántico, el cual tiene que ver con la dignidad del Cordero que fue inmolado para i) abrir los sellos y ii) recibir todo el poder y toda la gloria y la honra.
¿Vemos como se cumplen nuestros dos criterios? El cántico tiene que ver con quien es el Cordero y con la obra del Cordero. Veamos otro ejemplo:
9Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las manos; 10y clamaban a gran voz, diciendo: La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero. 11Y todos los ángeles estaban en pie alrededor del trono, y de los ancianos y de los cuatro seres vivientes; y se postraron sobre sus rostros delante del trono, y adoraron a Dios, 12diciendo: Amén. La bendición y la gloria y la sabiduría y la acción de gracias y la honra y el poder y la fortaleza, sean a nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén.
Apocalipsis 7:9–12
Aquí vemos dos cánticos (o dos estrofas de un cántico antifonal). En primer lugar vemos una multitud de santos de todas las naciones la cual nadie podía contar, que claman: «la Salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero» (v.10). Siguiendo nuestros dos criterios nota que La Salvación es una de las obras de Dios. Este cántico está hablando de la soberanía de Dios en la Salvación (lo cual es un atributo de Dios), por eso recalca que le pertenece Dios que está sentado en el trono. La imagen del trono es la imagen del gobierno y reinado de Dios. La salvación pertenece a Aquél que la obrado soberanamente desde su trono y al Cordero que ha muerto por los pecados del Pueblo.
Consideremos otro texto para concluir:
15El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el cielo, que decían: Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos. 16Y los veinticuatro ancianos que estaban sentados delante de Dios en sus tronos, se postraron sobre sus rostros, y adoraron a Dios, 17diciendo: Te damos gracias, Señor Dios Todopoderoso, el que eres y que eras y que has de venir, porque has tomado tu gran poder, y has reinado. 18Y se airaron las naciones, y tu ira ha venido, y el tiempo de juzgar a los muertos, y de dar el galardón a tus siervos los profetas, a los santos, y a los que temen tu nombre, a los pequeños y a los grandes, y de destruir a los que destruyen la tierra. 19Y el templo de Dios fue abierto en el cielo, y el arca de su pacto se veía en el templo. Y hubo relámpagos, voces, truenos, un terremoto y grande granizo.
Apocalipsis 11:15–19
En este caso vemos un cántico que tiene lugar en la segunda venida. El cántico muestra la acción de gracias de los veinticuatro ancianos a Dios, el cual es i) Todopoderoso, ii) sempiterno, iii) Rey (v.17). Una vez más vemos que los cánticos están hablando acerca de los atributos de Dios. Y el cántico continua dando acción de gracias por que ha llegado la hora de dos cosas: i) El juicio de Dios a las Naciones, y ii) El galardón a los santos.
Podríamos seguir explorando otros textos en Apocalipsis pero creo que la idea es clara.
Conclusión
La alabanza en la iglesia debe estar cargada de doctrina para «renovar el entendimiento» de los que cantan y de los que oyen. Las letras deben enseñar a la congregación acerca del Evangelio de Jesucristo como tema central. Cómo criterio general, debemos escoger canciones que estén centradas en los atributos de Dios y en sus obras.
Con todo ello, tenemos el deseo genuino de exaltar a Dios cómo el es digno a pesar de nuestras limitaciones y el deseo de bendecir tanto al Pueblo de Dios para capacitarlos para la adoración verdadera como a las personas que nos visitan y que por medio de las canciones también van a recibir el mensaje de salvación.
Que el Señor bendiga este hermoso ministerio. Amén.